martes, 17 de julio de 2007



EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS ROTOS


Un nuevo día ha comenzado: el reloj marca las 7.00 a.m. , el despertador empieza a sonar. Te levantas de la cama y , de forma perezosa te diriges hacia el cuarto de baño. Tras lavarte la cara tu mirada clavada en el espejo se vuelve triste, tus ojos empiezan a empañarse al fijar su atención en un pequeño aparato situado en un rincón del baño. En ese momento la ansiedad y el miedo se apoderan de tu cuerpo mientras tu alma grita en silencio: “no te subas, te hará llorar”.

La anorexia y la bulimia están empezando a convertirse en uno de los problemas de salud más graves en el mundo actual.
En España han sido diagnosticados 80.000 casos, casi más de 5000 ingresos hospitalarios y más de 100 muertos en el último año y, todo esto según fuentes oficiales pues realmente el número de casos es bastante más elevado llegando a alcanzar casi el medio millón. En los dos últimos años España se ha situado a la cabeza de la Comunidad Europea con el mayor número de casos de trastornos de la alimentación siendo la tercera enfermedad crónica en nuestro país después del asma y la obesidad.

La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por un miedo exagerado a engordar y por una distorsión de la imagen corporal que hace que las personas que la padecen se vean y se sientan gordas cuando no lo están. A causa de ello comen cada vez menos, realizan ejercicio físico intenso con la única idea de adelgazar o en ocasiones vomitan y/o utilizan diuréticos y laxantes sólo con la finalidad de perder peso.
Todas estas conductas provocan una pérdida de peso excesiva que tiene unas repercusiones físicas iniciales como son la retirada de la regla , la caída progresiva del pelo o la sequedad de piel. En fases más avanzadas pueden llegar a poner en peligro su vida por la desnutrición con problemas de corazón y circulación, desequilibrio hormonal grave,...
Al otro lado se encuentra la bulimia nerviosa que se caracteriza por ser un trastorno de la conducta alimentaria en el que , junto con el miedo a la gordura , existe un sentimiento de pérdida de control con la comida siendo característicos los atracones compulsivos. Para contrarrestar estos atracones de comida suelen provocarse vómitos y usan laxantes en exceso. Debido a que estos comportamientos provocan una gran vergüenza suelen realizarse a escondidas.


Nadie dijo nunca que fuera fácil llegar a ser una princesa.

Son muchos los factores y las causas por las cuales aparece un trastorno de alimentación: la incorporación de la mujer al mundo laboral que supone una libre y por tanto mala alimentación de los adolescentes, la cada vez más desaparecida costumbre de comer en familia, entre otras. Son tantas las causas como el nivel de desacuerdo entre los expertos que no logran encontrar la verdadera raíz del problema, quizás porque se aferran demasiado a los meros hábitos con la comida y no a lo que se esconde detrás de ellos.
Poco tiene que ver esa imagen de frivolidad y de obsesión desmedida a una idea tan estúpida como negarse a comer o en su defecto vomitar la comida ingerida, que en muchos ocasiones se tiene de la persona que padece estos trastornos.
Sin embargo, ¿alguna vez se han preguntado qué se esconde detrás de la mirada triste de estas personas?, ¿han imaginado qué sienten, por qué sufren?. La respuesta es miedo , un tremendo miedo al descontrol, a no poder llevar de forma estricta las riendas de su vida.
El ayuno y el atracón representan ese control. El aislamiento, los vómitos, el excesivo ejercicio o el uso desmedido de laxantes y diuréticos no son más que una forma de expulsar todo ese miedo al fracaso, a no poder tener bajo control todo y no poder cumplir a la perfección con los objetivos marcados.

Situaciones, sentimientos o problemas que escaparon de su control tales como conflictos vividos en la infancia, la inexistencia de seguridad y autoestima que derivan en un excesivo perfeccionismo, o hasta simples discusiones con amigos, familiares o pareja son algunas de las causas de fondo que desencadenan el problema, sin olvidarnos de la que es a día de hoy una de las más importantes y básicas causas que desencadenan la enfermedad. Ésta es la mitificación que proyectan las personas que padecen un trastorno de alimentación, personas frágiles carentes de seguridad propia, sobre jóvenes guapos, delgados y con una vida exitosa aparente en todos los aspectos.
Cantantes, actores y actrices, modelos que la sociedad a través de los medios de comunicación nos presentan como modelos a imitar de personas felices, con éxito, queridas y respetadas.
Precisamente esa fragilidad es fácilmente manipulable por la asociación delgadez-éxito que la sociedad intenta vendernos relazando el cuerpo delgado dotándole de perfección. Aunque es necesario señalar que a veces se trata de una delgadez que se vuelve insuficiente, pues nunca se está lo suficientemente delgado.

Más allá del reflejo en el espejo.

En la primera fase de la enfermedad, todas estas situaciones, problemas que desencadenaron la enfermedad se ven fuertemente respaldadas por buenas conductas , que con el tiempo se vuelven excesivas, que enmascaran el verdadero problema. Comportamiento activo, responsabilidad, éxitos académicos,... que combinados con una efímera y falsa emoción por la pérdida de peso van siendo poco a poco viciados por la presión de mantener ese “perfecto” y sacrificado estilo de vida basado en el excesivo ejercicio físico y mental acompañados de una desequilibrada o inexistente alimentación.
Pero según pasa el tiempo, los hábitos y el rechazo hacia la comida van creciendo al mismo tiempo que no basta con bajar de peso. Lo que empezó como un juego por obtener un cuerpo perfecto que aliviaría todos los males, se convierte en una obsesión de las que es muy difícil escapar. Aquellas excelentes notas se transforman en ocasiones en fracasos, los amigos se desvanecen por la fobia social, el excesivo ejercicio se ve frustrado por una pérdida de peso siempre insuficiente y, todo esto a su vez, crea una sensación de angustia mayor al ver que aquellos métodos que antes servían tanto para adelgazar como para obtener éxito en todo los aspectos de la vida, se han convertido ahora en una forma de estropearlo todo aún más.
La vida diaria se convierte en una lenta tortura, una búsqueda desesperada por poder ser cualquier otra persona excepto uno mismo, una fría lucha contra su propia persona.

Por otro lado cabe destacar que no es necesario llegar a tener un aspecto esquelético para sufrir anorexia. Muchas chicas con un cuerpo delgado pero no considerado con un peso inferior al adecuado según los cánones de belleza actuales, aunque sí sea un peso relativamente bajo en términos médicos, sufren de igual forma la enfermedad.

Más difícil resulta aún descubrir la existencia de bulimia en una persona pues la enfermedad puede encontrarse escondida bajo un cuerpo delgado, un cuerpo de peso adecuado o incluso con sobrepeso.
El cuerpo extremadamente delgado es el límite de la enfermedad, una enfermedad normalmente larga si no es tratada desde sus primeros síntomas y, que por tanto, tiene épocas mejores y peores en las que el cuerpo experimenta oscilaciones de peso en función del estado psicológico y que unas veces es más o menos alarmante.
Estas etapas , marcadas por el estado psicológico de la persona, trazan una línea muy fina en el paso de la anorexia a la bulimia y a la inversa, aunque éste último suele ser más difícil, pues las personas bulímicas suelen carecer de una fuerte fuerza de voluntad.


Escasez de medios y centros para el tratamiento de la enfermedad.

En España se carece de centros especializados para el tratamiento de estas enfermedades.
La enfermedad suele ser únicamente tratada de forma específica en casos de riesgo de muerte por deshidratación y desnutrición mediante el ingreso hospitalario en hospitales clínicos no especializados en este tipo de problemas.
En cuanto a su tratamiento, la anorexia y la bulimia son entendidas, y por tanto tratadas, solamente como un desorden alimenticio dejando de lado el factor psicológico. Prueba de esto es que tan sólo la respuesta inicial al tratamiento suele resultar satisfactoria, al mismo tiempo que corta pues aunque el enfermo vaya adquiriendo unos hábitos con la comida más o menos adecuado y su peso no ponga en peligro su vida, sus pensamientos llenos de miedos y preocupaciones continúan ahí dentro acentuándose con el paso del tiempo.
Hasta que la persona no se sienta comprendida y escuchada y poder así exteriorizar todo aquello que le preocupa, le atemoriza, le sobrepasa, en definitiva todo aquello que le hace odiarse a si mismo, no será capaz de acabar con esa presión a ser respetado y exitoso por su cuerpo y delgado y volverá a comer pero esta vez sin miedo.
Los demás tratamientos basados solamente en la normalización de los hábitos de alimentación resultaran ineficaces al llegar a un punto en donde al paciente toda la presión psicológica que siente , le vencerá una vez más y volverá de nuevo al punto de inicio como la única manera que conoce de poder tener un cierto control. Resulta por tanto una pérdida de tiempo.
-Primer reportaje que escribí en mi andadura como periodista en el primer curso de periodismo -

1 comentario:

AnaShaki dijo...

Ya sabes q lo había leido y mencantó y solo fué en 1, tienes tanto x delante...